domingo, agosto 08, 2010

Joaquín O. Giannuzzi 1924 - 2004 Argentino

De:
Apuestas en lo oscuro
(2000)


Orquesta degollada

El poema que cada uno
va masticando como un chicle de idiota
es poca cosa. Una preocupación ridícula
de la vida individual, guitarrita de bolsillo,
cantito de rata en los pulmones contaminados
cuando la calle abunda de gente en todas direcciones.
Sólo Dios sabe dónde va cada uno,
pero el Estado sabe
dónde van todos con su pequeña música entre los dientes.
Traslado a mi oído el verso mascado
para probar su sonido: un fracaso que no resuelve
esta muchedumbre sentimental hacia el ocaso
con su rumor de orquesta degollada.


Esquina invernal

Esquina invernal, perfecto estilo
de la desolación reumática
cuando la certeza del fin
detiene cada paso buscando un lenguaje
en este puñado de hojas giratorias
al fondo de una calle sin salida.
Hueco donde culmina un viento bajo
arrastrándose
como el frío ruedo susurrante de un vestido.


El dentista

El dentista es fanático de Mozart.
En el consultorio, la música en la casetera
es un universo continuo a la sordina.
El terror es desmentido con esa dignidad.
Simpatiza con sus pálidos pacientes
y mientras prepara aguja y jeringa
acompaña y confirma los acordes
con un silbido enamorado y creador:
él también compone su Mozart.
La anestesia acorrala el dolor
hasta la entraña del hueso
y cuando arranca la muela muerta, la música
parece oscurecer en un caos.
Pero el gusto a sangre en la boca
despide la podredumbre
y el oído se entrega
a la finalidad de un auténtico destino.


De:
Cabeza final
(1991)


Lluvia

Desde anoche se anunciaba en mi osamenta
este golpe de lluvia resonando
allá afuera, apartado
de los objetos personales.
Pero hay una respuesta placentera
partiendo de mi fisiología,
una correspondencia natural e indescifrable
entre elementos vivos,
que segrega del conjunto
mi condición de espectador.
Desde mi butaca
asisto a la representación terrestre
donde las cosas encajan como un problema resuelto.
A solas con mi identidad
ajeno a mi esqueleto y a la lluvia, descarnado
en la penumbra del dormitorio.

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