miércoles, abril 14, 2010

Emilio Adolfo Westphalen


"Se sabe que un poema es un objeto hecho de palabras y dotado de determinada carga afectiva (de intensidad variable). Dada la diversa constitución de las personas -es dudoso que las reacciones sean similares o aproximadas-".
emilio adolfo westphalen


De:
Las ínsulas extrañas
Lima, 1933


Andando el tiempo...

Andando el tiempo
Los pies crecen y maduran
Andando el tiempo
Los hombres se miran en los espejos
Y no se ven
Andando el tiempo
Zapatos de cabritilla
Corriendo el tiempo
Zapatos de atleta
Cojeando el tiempo
Con errar de cada instante y no regresar
Alzando el dedo
Señalando
Apresurando
Es el tiempo y no tiene tiempo
No tengo tiempo
Mostrar la libreta
Todo en orden
Por aquí a la aventura silencio cerrado
Por allá a la descompuesta inmóvil móvil
Ya llega y tarda
Y se olvida
Por acá con boca falsa y palabras de otra hora
El pañuelo nuevo y pronto
Para el adiós
Adiós y no ha llegado
Ésta es la señal
El tiempo
Casi no es niño
Pero flor no es
Casi
Cuando está sobre un árbol
Se divisa el paisaje la estrella
Los zapatos
Osamentas de pescado
Y el ojo llena el horizonte
El tiempo
Aunque cojee y se hiera y se lamente
Prohibido
No te hagas tan silencio
La nube sabe de otro lugar
Son las escaleras que bajan
Porque nadie sube
Porque nadie muerde la nuca
Sino las flores
O los pies llagados
Andando y sangre de tiempo
Gotas la lluvia el torrente
La mano llega
Este es su destino
Llegar el tiempo
Se devuelve y usted sabe más
Estaba junto al silencio
Estaba con ojos pequeños
La mano a lo desierto
El pie a lo ignorado
Indudable
Los huesos prestados podían ser míos
Si un leve signo no dijera
Y no decía
Alzada levantada
Me doy a tu más leve giro
Al amor de las pestañas
A lo no dicho
Vértigo
Te temía sin noche y sin día
Aunque no regreses
Por la marcha de mis huesos a una otra noche
Por el silencio que se cae
O tu sexo


Solía mirar el carrillón

Solía mirar el carrillón que llega con toda ave
Así estaba más muerta
Por sus ojos desbocaban los ríos las aves
La urgencia la despedida
Te encontraba blanca sin huesos
No me traigas esta desesperanza
Del camino a la lenta
Sin sobresaltos
En los cabellos se apagaba la última alba
Tras el muro del alba
Muerta así las líneas el ave
Lo que llama responde con otra voz
Primero es el desaliento
El amor no reconoce
Este aliento este cuerpo este valle
Miedo rojo tibio la fogata
Los ojos aumentan y beben
Tan lejos se llega
La fogata por narices boca ojos
Hasta
Contemplando el largo camino que vuelve del amor
Tiene lindos bigotes
Bigotes con diminutas patitas caminan este valle
Cuatro casas y una puerta para la estatura o
El amor dormir la planicie que bosteza
En el valle los ríos el sol que estrena levita
Puños de celuloide gemelos con una gota de sangre
en cada silencio
En el silencio estaba más niña
Lloraba y nacía al sexo con cada flor
Los insectos conocen bien en cuál boca es más dulce
el dolor
Si se va y los ojos llegan primero
Tal vez entonces haya que negar y perderse
Bajo una sombra o una niña
Bajo la llama la gota de sangre el ave
La noche es más lenta
Se empina
Por te ver si yo
Aunque estás muerta
Oyes
El amor nunca llega sino ahora
Las manos gobiernan las estaciones
La primavera es la boca el seno la muerta el ave
Porque se cierra y nace
Nace flor boca seno ave

De:
Abolición de la muerte

Lima, 1935


Sirgadora de las nubes...

Sirgadora de las nubes arrastradas de tus cabellos
En el silencio alzado de dos mares paralelos
Y cada limbo forjado con tus nuevas miradas
Y cada esperanza libre de revolver
Ciénagas y zarzales para hallar las perlas
Cubiertas de siete palmas admirables de losanjes
Otra cosa de no decirte arriesgada entre los azares
Recogidos los temores renacidas las esperanzas
Desplegadas las sonrisas desenvueltos los caireles
Florecidos los dientes las lágrimas tintineantes
Entre un crujir de fuego contra música de niña
contra sueño
Chirriantes las alegrías niña de verte y niña
Entrechocando platillos suaves como manos
Trompetas de óyeme que no respondo
Bajo sombras de aves y cielos dorados
Y lágrimas crecidas de llevar en su globo
Los amores acordes de inaudibles alegrías
Según un creciente rumor de olas de trapo
Entre pétalos grandes más que la estatura humana
Y abejas libando en nuestros labios
Así para no comprender un telón entre cada beso
Agotados los mármoles para las palomas de la gracia
Unos cipreses algo destinados al otro cielo
Dando vueltas sin cansancio sin dejar caer la copa
Un surtidor abanicado de brillantes
Unos trompos rasgados mostrando las maneras
de sus corazones
Una seda hilada de la miel de tus labios
Unas aves extraviándose en tu cabellera
Soporte del frío tu frente completo cristal
Y una nube tendida junto al silencio tembloroso
Cadencia tras cadencia de párpados cerrados
tras párpados
En las barcas balanceadas unas manos solitarias
Despejadas las auras con aliento de los ríos
Y otras manos líquidas para a tientas encontrarse
Y algo como cabezas rodando por las escaleras
Y algo como frutos subidos de círculo en círculo
A los goces los arcoiris las brisas traspasando
nuestras frentes
Con cuidado cediendo palabras y lenvantando ríos
Había tantos nidos de dulzura y silencio entre
nuestras bocas
Entre nuestras manos tanto afán de arraigarse en una
Se veía en tus ojos mejor el mundo
Más grande y más pesado de lirios
Tendida como un sueño o una nube
Las ostras prendidas de las paredes de tu sueño
Las perlas cayendo de tus manos como palabras
Así te veo siempre abandonada en un litoral de risas
Entre escarpas bañadas de nuestras monedas
vacilantes
Más frágil niña más frágil que tu retrato en el agua
O que tú misma remontada a las nubes
O que tú misma tendida en mis ojos
Las perlas del amor contadas por tus manos
crecían como palabras
O flores de tu árbol de risa
O silencios de tus manos cargadas de un mundo pesado de lirios


Marismas llenas de corales...

Marismas llenas de corales enroscándose a tu cuello
Y los mares hundidos hasta verse tras los ojos
En lo más profundo de tu atisbar sorprendida
Cuando la ternura más clara enhebrándose en silencio
Ajustando pequeños siglos a tu gracia sonriente de plata
Formaba de pétalos cristalinos la alta rosa
Con agua recogida de orvallos y relentes el invencible esplendor
Aunque no bastaba la rosa para cubrir el sueño
Y siempre emergías de la alta marea
Marcada de algas y besos y bocas de pescado
Soñadora de verde para el río arrollado a tus pies
O una linda estatua caminando las islas
Llevando la guirnalda de estrella a estrella
Diría que perdí la huella si a cualquier parte
No me alcanzara o en el mar o en el cielo tu sombra
Y si de tanto estar en pie no me quedara
La gloria de saber esperarte con cada ritmo de reloj
En cada oleada de nueva vida palpitando contra el peñasco
Sin dar atención a la luna que se cae más de prisa
La niña recogiendo sus lágrimas como un manantial
A sí mismo devorándose un desierto surgiendo de otro desierto
Otra vez han batido palmas las grandes olas
Tu recuerdo está tan presente que es tu presencia
Para nada más que decir aquí empieza otra historia
Para nada más que ser fiel a su onda a su eco
Que decir era la niña que trajo el mar en su cántaro
Que decir era la niña que vació una noche en mi sueño
Y así formar la cadena que une esplendor y desdicha
Los días que nunca vuelven y el sol que siempre queda
De pie imperturbable mirando el futuro
Sin dar un paso más porque la hora ha llegado
De tu mano baja el paraíso con los cuatro estíos
Ladrando a los costados siguiendo al mar que va delante
Y tú tendida en su gran concha
Y tú tejiendo la nueva historia
Las gloriosas empresas el cielo batido de alas
Cuando tus manos alcanzaron mis manos
Cerróse un horizonte para abrir dos cielos
Y emergió junto al delfín la ostra alada


He dejado descansar...

He dejado descansar tristemente mi cabeza
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria al bajar las mareas
Algunos ojos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrellar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que no las aperciba
Y el bosque que se abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huida
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu farente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón he dejado caer
Ya nada me queda para estar más seguro de alcanzarte
Porque llevas prisa y tiemblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar
Ya que no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
Ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llaman con mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
Las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?


De:
Belleza de una espada
clavada en la lengua
Lima, 1986


César Moro

Por un campo de miga de pan se alarga desmesuradamente una manecilla de reloj
Alternativamente se iluminan o se apagan en ella unos ojos de cangrejo o serpiente
Al contraluz emerge una humareda de pestañas caladas
Y dispuestas como una torre que simulara una mujer al desvestirse
Otros animales más familiares como el hipopótamo o el elefante
Hallan su camino entre el hueso y la carne
Una red de ojos de medusa impide el tránsito
Por el arenal que se extiende como una mano abandonada
A cada paso una bola de marfil dice si el aire es verde o negro
Si los ojos pesan iguales en una balanza cruzada de cabellos
Y encerrada en un acuario instalada en lo alto de una montaña
Rebalsando a veces y arrojando a veces como una catapulta
Cadáveres rosados o negros o verdes de niños a los ocho extremos
Cadáveres pintados según las cebras o los leopardos
Y que al caer se abren tan hermosamente como una caja de basura
Extendida en medio de un patio de mármol rosado
Atrae a los alacrqanes y a las serpientes de aire
Que zumban como un remolino dedicado al amor

Aparte un hombre de metal llora de cara a una pared
Visible únicamente al estallar cada lágrima


El grito...

El grito de las aves gira como una espada


La voz es una corza...

La voz es una corza sobre una hoja de sal
O un avión husmeando por los chanchos


Preámbulo a revilla

La contradanza macabra se inmoviliza un instante
La realidad misma se ha rasgado los velos
Muestra una inmensa herida viva sin sutura
Vano embate de la sangre inocente
Las membranas invisibles no ceden
Remota o cercana imploración contra natura
Destemplada fiereza de terremoto detenido
Fuga fallida en el laberinto de la luz
Rueda atascada en el grito
Réplica oculta del sueño repelido
Encarnación definitiva en la vorágine y el descuartizamiento
En lo voraz cotidiano
Por siempre tiernamente implacable


El mar en la ciudad

¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,
Que rodea los muros y las torres,
Que levanta manos como olas
Para avistar de lejos su presa o su diosa?

¿Es éste el mar que tímida, amorosamente
Se pierde por callejas y plazuchas,
Que invade jardines y lame pies
Y labios de estatuas rotas, caídas?

No se oye otro rumor que el borbotón
Del agua deslizándose por sótanos
Y alcantarillas, llevando levemente
En peso hojas, pétalos, insectos.

¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,
Abandonada aún por gatos y perros,
Acalladas todas sus fuentes,
Mudos los tenues campanarios?

La ronda inagotable prosigue,
El mar enarca el lomo y repite
Su canción, emisario de la vida
Devorando todo lo muerto y putrefacto.

El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,
Recomienza el trabajo viejo:
Limpiar los estragos del mundo,
Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.


Poema inútil

Empeño manco este esforzarse en juntar palabras
Que no se parecen ni a la cascada ni al remanso,
Que menos transmiten el ajetreo del vivir.

Tal vez consiguen una máscara informe,
Sonriente complacida a todo hálito de dolor,
Inerte al desgarramiento de la pasión.

Con frases en tropel no llegan a simular
Victorias jubilosas de la sangre
O la quietud del agua sobre el suicida.

Nada dicen tampoco de la danza de amor y odio,
Alborotada, aplacada, extinta,
Ni del sueño que se ahoga, arrastrando
Por marejadas de sospecha y olvido.

Qué será el poema sino un espejo de feria,
Un espejismo lunar, una cáscara desmenuzable,
La torre falsa más triste y despreciable.

Se consume en el fuego de su impaciencia
Para dejar vestigios de silencio como única nostalgia,
Y un rubor de inexistente no exento de culpa.

Qué será el poema sino castillo derrumbado antes de erigido,
Inocua obra de escribano o poetastro diligente,
Una sombra que no se atreve a aniquilarse a sí misma.


Riqueza

No poseer sino
Unos cuantos recuerdos:
Todo lo que uno
Puede llevarse
Cuando muere.


De:
Cuál es la risa
Barcelona, 1988


..........

Un hombre se inclina sobre el cuerpo desnudo de una mujer
Y lentamente extiende con la lengua sobre él
Un líquido rosado
El cuerpo queda todo húmedo brillante y encendido
Luego con los dientes hace aquí y allá
El signo del amor
Pequeños puntos blancos que adornan la piel oscura
La mujer cierra los ojos dilata las narices
A veces a pesar suyo un suspiro entreabre sus labios.

..........


Se mece suavemente al viento
La mujer que ha brotado blanca y desnuda
En la copa del ciprés
Con una pequeña corona de oro sobre la cabeza
Y encima de la corona un ojo de piedra verde
Que mira fijamente.

..........


El sueño

Los gérmenes poéticos del sueño resultaron ser, no como los pobres profesores, los mezquinos críticos realistas trataron de hacernos creer, un nuevo paraíso inalcanzable, un espejismo, sino los gérmenes nocivos y actuantes, los útiles reactivos para corroer la infame realidad. El sueño no es un refugio sino un arma.
Los malos instintos de libertad danzan su ronda diabólica. ¡Fuera la conformidad, la resignación, la medianía! En su esputo negro ahóguense los bellacos, los explotadores, los que aprovechan la miseria de los más, y la maldita clerigalla, y el abominable espiritu religioso, y los fantasmas cristianos, y los mitos del capital, y la familia burguesa, y la patria infamante.
La libertad del hombre, es decir, el sueño acuñado en la realidad, la poesía hablando por la boca de todos y realizándose, concreta y palpable, en los actos de todos.


Emilio Adolfo Westphalen, nació en Lima, Perú, el 15 de julio de 1911. A los 17 años inicia estudios de Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y los termina en el año de 1932. Su primer poema publicado aparece en la prestigiosa revista Amauta, en el número 24 de junio de 1929: poema titulado Itinerario del caracol.
En 1933 publica en Lima Las ínsulas extrañas, y al año siguiente conoce al poeta César Moro e inicia con él una fructífera colaboración literaria.
Fallece en Lima el 18 de agosto del año 2001.